¡NO todo es acoso escolar!

By Juan Carlos López - 23:57


En los últimos años estamos viviendo la fiebre del acoso escolar. Todo es acoso escolar. Que dos niños se han picado jugando al fútbol, o a la pilla, es acoso escolar; que ha habido una discusión entre un grupo de alumnos, es acoso escolar; que un grupo de niños se pone a jugar a las tortugas ninja, o a los superhéroes, o a las peleas directamente, es acoso escolar. Que unos niños de 2º de Primaria están jugando a los espías en el patio, pues viene la madre y dice que es acoso escolar porque están espiando a su hija. Que un niño se ha caído en el patio porque otro niño iba corriendo y ha chocado con él, pues dice que ha sufrido acoso escolar. Que una niña de tres años da un mordisco a otro compañero, también es acoso escolar (y por supuesto hay que abrir expediente y echarla del colegio con tres años que tiene). Pues ¡NO! Eso no es acoso escolar.

Los medios de comunicación, con programas sensacionalistas, y las redes sociales, con noticias e informaciones que no son todas ciertas (de hecho la mayoría son falsas, y algunas están incentivadas por organizaciones que quieren lucrarse del tema con cursos, charlas, programas de intervención,.., con los que inundan los correos de las direcciones de los colegios los días posteriores a cada noticia de extrema gravedad que se da una vez al año, o cada dos). Nos bombardean con unos porcentajes disparatados de niños que han sido víctimas de acoso escolar, unos índices de violencia tales que ni en las favelas de Brasil, en las calles de Harlem, en las "tres mil viviendas", o la mismísima guerra de Vietnam, ha habido tales niveles de violencia. Hacen referencia a un estudio de una organización que, quien se ha molestado en leerlo, ve la falta de seriedad metodológica y teórica del mismo, no siendo conscientes (o sí), del daño que están haciendo. Parece que los niños se juegan la vida a diario y que cualquier día no vuelven a casa. Habrá que despedirlos por las mañanas, cuando entran a la escuela, con gran ansiedad y preocupación, como quien despide a un hijo que va a la guerra de Siria o Afganistán, por si acaso no vuelvo a verlo nunca más.  Esto está ocasionando la sensación de que en los centros escolares hay más acoso que nunca, cuando es precisamente al contrario. Nunca ha habido tanto control, sensibilidad, preocupación y sistemas de actuación como en la actualidad.

Imagen de @maestradepueblo


También es habitual ver en los medios de comunicación y en redes sociales referencia a estudios que llegan a afirmar que hasta un 20-25% de los alumnos, incluso más, sufren acoso, lo cual es materialmente imposible. Estudios basadas en cuestionarios (autoinformes), muchos realizados online (y ahora con Google Forms más aún), con algunas preguntas que inducen ciertas respuestas y que, en definitiva, están muy mal hechos, alarman innecesariamente, intoxican la opinión de la sociedad y que inducen ponerse en guardia y ver acoso en cualquier conflicto entre iguales.

Cuando los que rondamos más de cuarenta años echamos mano de la memoria, sin gran esfuerzo se nos vendrán a la cabeza infinidad de situaciones infinitamente más violentas y graves que hoy día serían inimaginables ¿No os acordáis de las novatadas que había cuando se entraba en el instituto? Era un miedo atroz el que sentíamos el primer día de instituto (y los días previos con los nervios en el estómago), con todas las leyendas terroríficas que nos contaban nuestros hermanos mayores. Eso, por no hablar de las novatadas en la universidad, en los colegios mayores o, qué decir, de la mili. Eso sí que era brutalidad. Anda que si hoy se jugase a juegos como "¡Churro va!" o "A la una la mula",...

<<En mis tiempos las novatadas eran más duras que ahora>>  
Juan Carlos Zubieta. Catedrático de Sociología de la Universidad de Cantabria, que ha estudiado las novatadas a lo largo del tiempo.

Esta fiebre del acoso escolar está ocasionando males mayores, por el alarmismo que está despertando, dando lugar a situaciones rocambolescas, obstaculizando el normal funcionamiento de los centros escolares, hasta tal punto, que la mayor parte del tiempo de los equipos directivos y tutores se está teniendo que emplear en actuar en los pequeños conflictos de la convivencia diaria, como si se tratase de situaciones de vida o muerte todas y cada una de ellas, teniendo que estar realizando entrevistas a padres y a alumnos, rellenar numerosos documentos de protocolos en los que se justifique todas y cada una de las intervenciones que se hacen, convocar consejos escolares, informar a la inspección educativa, saturando los servicios especializados en convivencia escolar,... La ingente cantidad de supuestos casos de acoso, con la consiguiente apertura de protocolos, apertura de expedientes disciplinarios, procesos de traslado de centro,..., está ocasionando que, cuando hay un verdadero caso de acoso, que requiere una intervención rápida y decidida, los servicios y profesionales estén totalmente saturados y no se pueda actuar como es debido, o no se le dé la importancia debida ("¡Buah! el enésimo caso de acoso del mes"). Y esto, claramente, se nos está yendo de las manos. La mayoría de las situaciones, es decir, las que no son acoso, deberían resolverse con la reprimenda de toda la vida, o la actuación de sentido común de los profesores; per no ¡a hacer papeleo!

Por supuesto, se dirá que los centros no hacen nada, que los profesores no saben del tema, que la dirección mira para otro lado, que se tapan entre ellos,... Es decir, que no saben al colegio al que van sus hijos, ni el plan de convivencia, ni la normativa vigente, ni que los profesores nos dedicamos a esto por vocación, ni que a los docentes nos han dado miles de horas de formación sobre el tema, en los que nos han explicado lo mismo una y otra vez. Es más fácil decir todas estas frasecitas.

¿Estoy diciendo con esto que no hay acoso escolar? Pues claro que hay acoso escolar. Pero ni mucho menos los niveles que nos quieren hacer ver. Se tiene que saber cuándo es de verdad acoso. Para que se pueda llamar a una situación de acoso se tienen que dar las siguientes circunstancias:

EL ACOSO ES CUANDO SE HACE DAÑO DE MANERA REITERADA Y DELIBERADA A ALGUIEN INDEFENSO

El acosador es una o varias personas ante las cuales la víctima tiene dificultades para defenderse.

Reiteradamente significa cuando el mismo alumno es víctima una y otra vez de actos crueles y dañinos por parte de otros. El acoso puede prolongarse durante varios cursos, de Primaria a la Secundaria.

Deliberadamente significa que el propósito o el objetivo de los actos es herir, hacer daño o provocar sufrimiento, es decir, tiene cierta planificación. A veces, podemos hacer daño a alguien sin querer. En esas ocasiones, deberá resolverse la situación aunque no se considere un caso de acoso por definición.

Decir que la víctima tiene dificultades para defenderse significa que, en cierto modo, hay un desequilibrio de poder o fuerza entre el acosador y la víctima. La víctima puede ser débil físicamente, muy timida, o ser nueva en la clase y aún no ha adquirido un círculo de amigos que le proteja del acoso.

También se suele poner como dinámica de ejemplo único la del acosador con su grupo de palmeros que les ríen las gracias, apoyan el machaque sistemático y se aprovechan también de ello; y los observadores o espectadores que no hacen nada, se abstienen de intervenir, etc. Esa historia ficticia que se pone como paradigma del acoso ya nos la han contado un millón de veces en el millón de cursos iguales que nos han dado personas que se creen expertos y no lo son, salvo muy honrosas excepciones. Tan excepcionales que hasta te sorprende que te encuentres con un formador con algo de conocimiento. Si eso fuera así de sencillo, se tardaría en detectarlo cero segundos por cualquier profesor por poco astuto y perspicaz que sea. Pero resulta que, existiendo esos casos, siendo muy graves y siendo los que salen en la prensa, son la minoría. La realidad es infinitamente más compleja que eso. Investigar y DEMOSTRAR un caso de acoso es extremadamente complejo (Sí, hay que demostrarlo con pruebas y testigos por mucho que no nos guste), requiere muchas horas de trabajo (entrevistas a la víctima, al acusado, a los amigos de uno y otro, a posibles testigos, a otros alumnos que no tengan nada que ver y que hayan podido ver algo, a los padres de todos ellos, a los profesores, revisión de horas de grabación de las cámaras que cada vez ponemos más a la desesperada. Evidentemente, detendrás todo lo que estás haciendo, necesidades de otros muchos alumnos sin atender, dejarás clases sin dar, evaluaciones sin hacer, posponer y acumular informes y documentos del centro, y un larguísimo etcétera. Y todo ello documentado e informado a la dirección del centro, a la inspección y a los padres, que muchas veces son los que más difícil lo ponen, defendiendo a capa y espada a su hijo aunque esté haciendo una aberración con sus amenazas, abogados, insultos, faltas de respeto, etc., cosa esta por cierto es el deporte nacional, tanto en los casos que tienen que ver con el acoso como en los que no. Y se quejan los médicos. Que se pasen por un centro escolar cualquier día.


 Por tanto, cuando no se den todas estas condiciones NO es acoso.


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